La gasolinera
¿Y lo que jode darle la razón a tu escepticismo? A esa barrera antihostias que te protege de toda posibilidad de sentir. Jode tener razón cuando no quieres tenerla.
Y es que ya no sientes ni esperas ya nada, ni decepciones, ni sorpresas. Ansías eso si, la tristeza ensordecedora fruto de tus ilusiones despedazándose contra el suelo. Pero no llega. No hay ni suelo ni ilusiones que romper. Hay una finísima capa de agua en calma que se mantiene inmutable por mucho que se pise.
Eres una gasolinera abandonada a uno de los lados de la carretera. De esas que no tienen ni pintadas y si las tienen, se han dibujado rápido y sin ganas. Casi ni se podría decir que sean pintadas; son mera suciedad precoz que alguien ha dejado a desgana contra algunas de sus aburridas paredes. Esa suciedad se queda y otros recuerdos se borran.
Alguien escribió alguna vez que el secreto de la felicidad es mantener bajas las expectativas. Siempre que escucho esa frase pienso en esa gasolinera. En sus pintadas. En la suciedad. En la maleza tapando cicatrices. En toda la estructura decrépita que ya no espera nada más que el paso del tiempo.
– Asier