Para siempre

12 de febrero de 2025

Y llegó ese día, ese dichoso día. Te quedaste mirando el jardín y te imaginé rompiendo a correr, creando viento, sin intención de parar ni de rendirte a la dejadez del cansancio del que no está cansado y siendo otra vez una flecha sin destino.

La primera vez que llegaste eras más pequeña que mi mano. Tu energía era inagotable, inacabable, inextinguible. Eras más rápida que el tiempo, como un rayo de luz infinito atravesando cada habitación, corriendo, trepando, jugando y desafiándolo sin el menor miramiento.
Siendo tan pequeña, conseguías alborotar todo lo que era tan grande y monótono.

Dormías poco, parecía que no querías perderte nada de la vida. Me tropezaba con tu traviesa mirada en cada esquina, con esos enormes ojos abiertos como quien descubre algo sorprendente por primera vez.
Y hacías cabrear a los perros. Y a otros gatos también. Eso te encantaba.

Tu inagotable energía y tu traviesa mirada arroparon buenos y malos momentos a lo largo de esa década. Década que esperaba que fuera más larga o al menos, no tan corta. Pero no. Ahí estabas, contemplando la libertad. Inmóvil. Jardín, libertad y tú, siendo uno. Para siempre.

– Asier